Benjamín Vicuña: el actor que convirtió su vida en cine
- Santiago Toledo Ordoñez
- 7 oct
- 3 Min. de lectura
Pocos actores logran lo que ha conseguido Benjamín Vicuña: ser querido en Chile, respetado en Argentina y reconocido en el mundo. Con más de treinta películas, su trayectoria es la historia de un artista que nunca se conformó con la comodidad de los papeles fáciles, sino que buscó siempre el desafío.
De Santiago al cine chileno: los primeros pasos
El camino de Vicuña en el cine comenzó en 2001 con el cortometraje Lucha social digital. Luego llegaron películas que lo acercaron al gran público juvenil, como Paraíso B (2002), XS – La peor talla (2003), Promedio Rojo (2004), Mujeres infieles (2004) y El roto: Perjudícame cariño (2004).
Con estos trabajos, se consolidó como una de las nuevas caras del cine chileno.
Roles más profundos y complejos
En 2005 llegó Se arrienda, un drama existencial que se transformó en un hito. Al año siguiente protagonizó Fuga (2006), bajo la dirección de Pablo Larraín, dando vida a Eliseo Montalbán, un pianista obsesionado por una melodía que lo conduce a la locura.
Le siguieron Gato negro (2007), Muñeca (2008), Dawson Isla 10 (2009) —donde interpretó al político Sergio Bitar— y Grado 3 (2009), una comedia que mostró su lado más fresco y cercano.
Historias que duelen y conmueven
La siguiente etapa de su carrera lo conectó con un cine de mayor madurez.
El año 2015 fue clave: La memoria del agua lo llevó a encarnar a un padre que pierde a su hijo; El bosque de Karadima denunció abusos dentro de la Iglesia chilena; Baires lo mostró en un thriller argentino; y Los 33, coproducción internacional sobre la tragedia de los mineros, lo llevó a compartir elenco con Antonio Banderas y Juliette Binoche.
El amor, el suspenso y el público argentino
En Argentina, Vicuña encontró una segunda casa. Allí protagonizó El hilo rojo (2016), una historia de amor prohibido que se transformó en fenómeno popular. Ese mismo año filmó la comedia Permitidos, y en 2017 protagonizó Los padecientes, thriller basado en la novela de Gabriel Rolón.
Más tarde llegarían Así habló el cambista (2019), junto a Daniel Hendler, y Pacto de fuga (2019), una de las producciones chilenas más potentes de la última década, sobre la histórica fuga de presos políticos en 1990.
Comedia, drama y madurez
Los últimos años reflejan su versatilidad: Jailbreak Pact (2020), Little Lies (2022), The Lulú Club (2022) y la entrañable Papá al rescate (2023), donde mostró su costado más cómico y familiar.
En 2024, volvió al thriller con El silencio de Marcos Tremmer y al drama íntimo con The Heart Knows.
Este 2025 ya lo encuentra en nuevos desafíos: Mensaje en una botella, Rey del Ring y Corazón delator, inspirada en el clásico de Edgar Allan Poe.
Un actor que une mundos
Más allá de los títulos, lo que distingue a Benjamín Vicuña es su capacidad de habitar personajes complejos: desde un político preso en la dictadura hasta un padre roto por la pérdida, un sacerdote cuestionado, un amante prohibido o un boxeador que pelea contra sus propios demonios.
Su cine es también un puente: entre Chile y Argentina, entre el cine popular y el cine de autor, entre las historias íntimas y las colectivas.
Con más de dos décadas de carrera y una filmografía que lo ha llevado por todos los géneros, Benjamín Vicuña es hoy un símbolo del talento latinoamericano. Un actor que se atreve, que emociona y que sigue escribiendo su historia en la pantalla grande.
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